Son cada vez más frecuentes los robos en la zona de carritos de comida ubicada en la Isla 132. Los trabajadores gastronómicos del sector aseguran que los hechos de inseguridad se incrementan durante el invierno y piden mayor presencia policial.
La propietaria de 2 food trucks, María Bernardina Kern, comentó a LU5 que son recurrentes los robos en los establecimientos de comida rápida y que en el mismo carro llegaron a sufrir hasta dos robos en tres días.
“En esta época principalmente ocurren hechos, porque en el verano estamos más tiempo abiertos. La Policía pasa poco y hemos tenido un montón de acontecimientos donde más que nada rompen y hacen destrozos”, explicó Kern.
Aseguran que en verano ocurren otros inconvenientes como peleas, excesos de alcohol, y que la Policía no aparece, pero que es necesaria durante todo el año.
“A mi hija le robaron televisores y un montón de bebidas. Dos días después volvieron, pero como vivimos cerca nos avisaron y agarramos a los ladrones con las manos en la masa”, relató Kern.
“Nosotros que somos 4 de familia agarramos a estos dos pibes, llamamos a la Policía y 10 minutos después llegaron. Hicimos el trabajo de la Policía sin medir las consecuencias”, señaló.
La propietaria comentó que los pibes los amenazaron de muerte porque hicieron que se los lleve la Policía, situación por la que ahora se sienten más inseguros.
Por otra Parte, Kern mencionó que no pueden pedir adicionales policiales porque no se encuentran disponibles o están con demasiado trabajo. Aseguran que la única solución que les dan es la de contratar seguridad privada.
“Con la seguridad privada a veces tenemos problemas, porque los patovicas o personas de seguridad no todos están preparados”, manifestó la propietaria.
“Hay quienes no son aptos para el trabajo y terminan a las trompadas con la gente y no nos parece bien. Si sos prevención tenes que sacarlo amablemente del lugar, pero no los podes agarrar a trompadas”, remarcó.
Por otro lado, la propietaria afirmó que los ladrones subieron fotos a las redes sociales donde impunemente suelen mostrar el botín de los robos.
“A nosotros como trabajadores de este servicio también se nos complica porque la gente después ya no quiere ir”, explicó Kern.
“Somos 20 familias mínimo que dependemos que haya buena seguridad para ofrecer un lugar lindo a la gente”, finalizó.